Aval solidario: Cómo funciona y qué debes saber

El aval solidario es un tipo de fianza en la que el avalista asume la misma obligación de pago que el deudor principal, permitiendo al acreedor reclamar la totalidad de la deuda a cualquiera de los dos desde el inicio. Este tipo de aval se utiliza comúnmente en préstamos personales, hipotecas y otras obligaciones financieras en las que el prestamista busca una garantía adicional para asegurarse de que se pagará la deuda.

Los avales también pueden llamarse “fianza”, “afianzamiento” o “garantía personal”.

El papel del avalista solidario

El avalista solidario tiene la responsabilidad de cumplir con el pago de la deuda de manera inmediata si el deudor incumple. En muchos contratos de aval solidario se incluye la renuncia al beneficio de excusión; es decir:

No existe la posibilidad de solicitar al acreedor que espere a que el deudor pague, lo que significa que el avalista se ve expuesto al riesgo de ser embargado o demandado si la deuda no se paga.

A efectos prácticos, un avalista solidario es casi un codeudor ante la deuda, dado que su responsabilidad es equiparable a la del titular del préstamo.

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¿A quién embargan primero: al deudor o al avalista solidario?

En un aval solidario, tanto el deudor como el avalista solidario son responsables de la deuda desde el primer momento. Esto significa que el acreedor tiene la libertad de dirigirse tanto al deudor principal como al avalista sin necesidad de seguir un orden específico.

Esta es una diferencia importante con respecto a otro tipo de avales, donde se prioriza al deudor antes de recurrir al avalista.

Diferencias entre el avalista solidario y el avalista simple

La diferencia clave entre un avalista simple (también conocido como avalista subsidiario o avalista mancomunado) y un avalista solidario radica en el nivel de responsabilidad y el orden en el que el acreedor puede reclamar el pago de la deuda.

Avalista solidario

  • Responsabilidad conjunta e ilimitada: En el caso del avalista solidario, el acreedor puede exigir el pago tanto al deudor como al avalista desde el principio, sin necesidad de agotar los recursos del deudor primero.
  • Acción inmediata: El avalista solidario comparte la misma responsabilidad que el deudor principal. El acreedor puede elegir a quién reclamar, y el avalista solidario no puede exigir que se persiga al deudor primero.

Avalista simple

  • Responsabilidad subsidiaria: En este tipo de aval, el avalista actúa como una garantía secundaria. El acreedor debe agotar todas las vías para cobrar la deuda al deudor principal antes de poder exigir el pago al avalista.
  • Proceso de reclamación: El acreedor solo puede reclamar al avalista si el deudor principal no paga y tras demostrar que ha intentado sin éxito cobrar la deuda. Esto ofrece cierta protección al avalista. El avalista tiene derecho al llamado beneficio de excusión, que le permite exigir que se persigan primero los bienes del deudor original.

Qué es el aval mancomunado

El aval mancomunado aparece cuando varios avalistas se comprometen a respaldar una misma deuda, pero con un reparto de la responsabilidad:

  • Cada avalista responde solo por una parte determinada de la obligación.
  • Por ejemplo, si dos personas avalan mancomunadamente un préstamo, se puede establecer que cada uno responde por el 50% de la deuda.
  • No existe responsabilidad solidaria: el acreedor no puede exigir a uno solo el 100% del importe si el otro no paga.

Esta figura permite distribuir el riesgo entre varias personas y puede negociarse en operaciones empresariales o familiares. Sin embargo, es menos frecuente en contratos con particulares, ya que implica una redacción contractual más detallada y un análisis personalizado del riesgo.

Tipo de aval ¿Cuándo responde el avalista? ¿Por cuánto responde? ¿Tiene beneficio de excusión? Riesgo para el avalista
Simple Solo si el deudor no paga y tras intentar el cobro Por el total de la deuda Bajo
Solidario Inmediatamente, junto con el deudor Por el total de la deuda No Alto
Mancomunado Según se haya pactado en el contrato Solo por la parte acordada No aplica Moderado

En resumen, el avalista normal actúa como una garantía secundaria, mientras que el avalista solidario asume la misma responsabilidad que el deudor, exponiéndose a reclamaciones directas e inmediatas por parte del acreedor.

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¿Qué riesgos asumen los avalistas solidarios?

Los avalistas solidarios asumen el mismo nivel de riesgo que el deudor principal. Esto incluye la posibilidad de ser demandados, embargados o ver afectado su historial crediticio en caso de que no puedan hacer frente a la deuda.

Es crucial que cualquier persona que esté considerando ser avalista comprenda completamente las implicaciones legales y financieras antes de firmar un contrato. Si el riesgo de que el avalado no pague la deuda es alto, lo más sensato sería sugerirle optar por un préstamo sin aval.

  • Aparición en registros de riesgo y morosidad

    Al firmar como avalista solidario, tu nombre queda inscrito en la CIRBE (Central de Información de Riesgos del Banco de España) como parte de una obligación financiera activa. Esto sucede aunque no seas tú quien reciba el dinero, ya que legalmente compartes la responsabilidad del pago.

    Las entidades financieras consultan este registro al estudiar nuevas solicitudes de crédito. El hecho de figurar como avalista puede hacer que se reduzca tu capacidad de endeudamiento, incluso si el préstamo avalado se paga con puntualidad.

    Si el deudor principal incurre en impago y tú tampoco puedes cubrir las cuotas, acabarás incluido en ficheros de morosidad como ASNEF o RAI, lo cual afectará gravemente tu reputación financiera y tus posibilidades de acceder a productos bancarios.

  • Responsabilidad patrimonial ilimitada

    Uno de los aspectos más delicados del aval solidario es que el compromiso adquirido afecta a todos tus bienes, presentes y futuros. Esto incluye:

    Ahorros en cuentas bancarias

    Propiedades, vehículos y otras posesiones

    Parte de tu salario o pensiones embargables

    El acreedor puede reclamar directamente contra tu patrimonio hasta cubrir la deuda en su totalidad, sin límite, salvo que se haya pactado otra cosa en el contrato.

    Además, la responsabilidad no se extingue automáticamente con el vencimiento inicial del préstamo. Si este se prorroga o se refinancia, el aval puede mantenerse vigente si no se renegocia expresamente.

  • El aval se transmite a los herederos

    Un hecho poco conocido es que la obligación de avalar no desaparece con el fallecimiento del avalista. Si el préstamo sigue pendiente, la deuda garantizada pasa a formar parte del caudal hereditario.

    Esto implica que los herederos del avalista pueden heredar también la deuda, y por tanto ser responsables si el deudor incumple.

  • Posibles conflictos personales

    Avalar a familiares, parejas o amigos es una decisión delicada que puede tener consecuencias más allá del ámbito financiero:

    Si la persona avalada incurre en impagos, el conflicto puede deteriorar la relación personal.

    Las tensiones derivadas del estrés económico, la presión bancaria o las reclamaciones judiciales pueden generar distanciamiento, reproches o rupturas.

    Es importante valorar no solo la solvencia del deudor, sino también la fortaleza del vínculo en caso de crisis.

¿Qué puede hacer el avalista en caso de impago del titular?

Cuando el deudor principal incumple con el pago, el avalista solidario puede verse obligado a pagar la deuda. Sin embargo, existen algunas acciones que puede emprender para proteger sus intereses:

  • Reclamar al deudor: El avalista tiene el derecho de exigir al deudor que le reembolse cualquier cantidad que haya pagado en su nombre. Este proceso se llama "derecho de repetición", y permite al avalista recuperar lo que pagó.
  • Negociar con el acreedor: El avalista puede intentar negociar con el acreedor para obtener una extensión de plazo o una reducción de la deuda, especialmente si la situación financiera del deudor es temporalmente difícil.
  • Buscar soluciones judiciales: En algunos casos, el avalista puede recurrir a los tribunales para que se respete su derecho de repetición contra el deudor o, si existen irregularidades en el contrato, intentar anular o modificar las condiciones del aval.

Escenarios comunes de uso del aval solidario

Identificar los contextos más frecuentes en los que se recurre a un aval solidario permite comprender su utilidad práctica. A continuación, se presentan algunos de los casos más habituales:

  • Préstamos personales e hipotecarios

    El aval solidario es frecuente en operaciones bancarias cuando el solicitante no dispone de suficiente solvencia o estabilidad financiera. Esto sucede, por ejemplo, en:

    Préstamos personales en los que la entidad financiera exige garantías adicionales.

    Hipotecas solicitadas por jóvenes, donde son los padres quienes actúan como avalistas solidarios para reforzar la confianza del banco ante el riesgo de impago.

  • Contratos de arrendamiento

    Los arrendadores suelen exigir un aval solidario cuando el inquilino no dispone de nómina fija, contrato indefinido o historial crediticio fiable. El avalista:

    Firma el contrato de arrendamiento.

    Se compromete a cubrir rentas impagadas, servicios no abonados y posibles desperfectos.

    Mantiene su responsabilidad durante toda la vigencia del contrato, incluidas prórrogas legales o pactadas.

  • Operaciones empresariales

    En el ámbito mercantil, es común que los socios de una empresa avalen solidariamente deudas contraídas por la sociedad, especialmente al solicitar financiación. Esto implica que:

    Todos los firmantes del aval —independientemente de su porcentaje de participación— pueden ser legalmente requeridos a abonar el total de la deuda en caso de impago.

    El aval se extiende a obligaciones presentes y futuras mientras se mantenga la garantía activa.

Equipo Kreditium

Actualizado a 9/7/2025

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