
Conseguir cuotas más bajas sara tus deudas suena bastante bien, pero ¿sabías que no siempre es más barato? Aquí tienes una guía práctica para decidir si te conviene o no una reunificación de deudas.
Tip: Para comparar opciones reales con el mismo importe y plazo, usa el comparador de Kreditium: comparar ofertas de reunificación o el simulador de préstamos.
Reunificar no siempre es la jugada ganadora. Estas son las situaciones en las que puede salirte más caro de lo que parece —y cómo detectarlo a tiempo.
Si a una de tus deudas le faltan pocos meses, alargarla a 3–5 años solo hace que pagues intereses durante mucho más tiempo.
Ejemplo: si te quedan 4 meses a 120 € (480 € en total), al meter esa deuda en una reunificación podrías acabar pagando cientos de euros extra en intereses aunque la cuota baje.
Si la TAE media de tus deudas actuales es más baja que la TAE de la nueva oferta, pagarás menos cada mes pero más en total. Piensa así: cambiar de una media del 9% a un 12% es como subir el “precio” del dinero; el recibo baja por el plazo, no porque sea más barato.
La comisión de apertura o de intermediación puede parecer pequeña, pero se suma al dinero que te prestan y también genera intereses. Si te cobran un 2% por 10.000 €, son 200 € extra que además pagarás a plazos.
Unir un préstamo barato (por ejemplo, al 5–6%) con deudas muy caras (tarjeta al 24–26%) puede empeorar la media. A veces conviene dejar fuera la deuda barata si le queda poco para terminar y concentrarte en las caras.
Una cuota más baja no arregla un presupuesto desequilibrado. Si tus ingresos suben y bajan, primero crea un colchón de emergencia y recorta gastos. La reunificación de deudas puede darte aire, pero sin cambios de hábitos el problema vuelve.
Orientativo, con cifras redondas para visualizar magnitudes. Para tu situación, simula en el comparador.
Partimos de tres deudas:
El total pendiente ronda 9.800 €. La oferta de reunificación propone un único crédito por esa cantidad más un 2% de apertura (196 €), de modo que se financian 9.996 €.
Escenario A: cuota baja, plazo largo. A 60 meses y 12% TAE, la cuota cae a unos 222–223 €. El total abonado se iría a ≈ 13.356 €, con unos 3.360 € entre intereses y costes. Se gana oxígeno mensual, pero la factura final crece.
Escenario B: plazo equilibrado y dos amortizaciones. A 36 meses y 11% TAE, la cuota ronda 327 €. Si además adelantas 500 € en los meses 6 y 12, el total pagado baja a ≈ 11.200–11.400 €. La exigencia mensual es mayor, pero el ahorro frente al escenario A ronda los 2.000 €.
Revisa que:
Pide a tu banco transformar el saldo de la tarjeta en un préstamo a 24–36 meses; bajarás la TAE y evitarás la “cuota mínima” que eterniza la deuda. Cómo hacerlo: solicita por escrito la conversión y un cuadro de amortización con TIN/TAE y comisiones.
Mueve el saldo caro, cancela la tarjeta antigua y programa pagos para liquidar antes de que acabe la promo. Claves: comisión de transferencia ≤3% y sin comisión por amortización.
Negocia 3–6 meses de carencia de capital en los préstamos más caros a cambio de un plan de pagos cerrado y, en el mismo pacto, solicita eliminar comisiones por impago y rebajar intereses de demora. Pide por escrito las nuevas cuotas, la TAE, la eliminación de recargos y la condición de retirar o no reportar a ficheros si cumples.
Incorporar un avalista solvente o domiciliar nómina puede abrir un préstamo sustitutivo más barato. Úsalo solo si la cuota es sostenible.
Vende lo prescindible (moto, gadgets, segundo vehículo) para liquidar primero las deudas con TAE >20%.
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